lunes, 8 de febrero de 2016

NO MARTIR: MUESTRA DE LA GENERACIÓN [SUBURBE] 90 EN CANCÚN

Por: Mauricio Ocampo Campos.


<< Voy en la perrera camino a la prisión
he sido arrestado y no se la razón
dicen que soy un vago, que doy mala impresión
que soy un depravado y que predico destrucción>>
PRORROGA-Desconocido
En la década de los 90, la esfera juvenil de Cancún apenas daba las primeras pinceladas de las manifestaciones urbanas, sub y contraculturales que hoy se aprecian. Los inmigrantes de las grandes metrópolis, no solo traían tras de sí una esperanza para mejores oportunidades de vida, también traían el crisol de expresiones culturales de sus lugares de origen. La convivencia de jóvenes locales con los inmigrantes, generó pequeños grupos de nómadas juveniles que rolaban en las pocas regiones que en ese momento existían: de la Ruta 7 a la 94 pasando por la Lombardo o la Donceles; la mayoría jóvenes marginados que aspiraban a la posesión de algo. El medio de transporte y generador de Status en la banda era una bicicleta cromada –en caso de no contar con ella se tenía que atracar-, andar con las chavas más buenas y ser el mejor para el trompo. La crisálida del ello Freuriano en el embrión urbano, llevó a esta ciudad a la conformación de la banda, es decir, a aquel grupo de iguales que comparten la apropiación de un territorio, de emociones, de deseos y manifestaciones simbólicas. Las escuelas y la calle eran las palestras de gusto o disgusto para con los iguales. Las peleas campales entre las secundarias como la Técnica 11 y la Federal 6 hacían volar piedras y uno que otro grito: el Burro, el Diablo, el Moco y el Mike siempre salían a relucir. La primera banda de los pelones –no los pelones que en la actualidad luchan por el mercado de la droga- que ejercían su dominio en la Lombardo, eran, en voces de la banda, unos malditos. Sus enemigos acérrimos: la banda de la Donceles, lugar en donde en repetidas ocasiones había peleas campales, heridos y uno que otro muerto, y no se puede hablar menos de la temida Ruta 7.
La expansión territorial subterránea en Cancún se iba gestando con grupos de clikas que reivindican para sí la apropiación de un espacio urbano, rayando las paredes con su tag. Un sello particular de estas tribus urbanas era el agandalle: despojar al otro de sus pertenencias; amachinar al de la banda contraria para denotar la supremacía; rayar el tag en el territorio de la clika opuesta… pintar las calles de rojo. Ellos eran los cholos, antecedentes de los hoy denominados chacas -llamados así porque su agandalle lo hacen como chacales-, y eran cholos no porque lo fueran propiamente, sino porque en la incipiente televisión abierta de los años 90, las películas de bandas gringas estaban en su máxima expresión como formas de la explotación del morbo y el modismo televisivo. Como bien lo afirma Oriol (2005): El fenómeno de las tribus comenzó a ser más notoria a partir de 1991, momento en que la emergencia de las tribus se mostraba en los medios y en las calles. Lo anterior se junta con el hecho de que la incipiente sociedad que Cancún acunaba, no garantizaba condiciones de vida óptimas para sus jóvenes, muchos de ellos analfabetas porque les era negado el derecho de asistir a las escuelas, la mayoría de ellos a lo más que aspiró era a cursar la preparatoria, si es que antes no era expulsado. Así, las primera generación de estudiantes del CECyTE I –ciclo escolar que empezó extemporáneo al calendario oficial allá por el 96 o 97-, estaba integrado en su mayoría de jóvenes que no encontraron lugar en otra escuela, ya sea porque debían materias de la secundaria, o porque habían sido expulsados de otras escuelas por su mala conducta. Ubicado a un costado del parque del Chetumalito, en sus inicios, el CECyTE I acunó a jóvenes suburbanos, algunos de ellos machines y gandallas de la Región en la que vivían. Fue por eso que los conflictos del barrio también tomaron partida en el parque mencionado y sus alrededores.
Pero no todos los jóvenes asumieron el rol del agandalle, otros, los que venían -quizá- de familias con un consumo cultural y una economía más estable, menos marginados, tuvieron contacto con manifestaciones juveniles de otros lados, más elaboradas, con una estética más definida, con ganas de comerse el mundo, como fue el caso del movimiento Punk.
II
<< Niños, jóvenes, animales y ancianos
crujir de sueños sobre las almohadas
es la revolución de estas almas. >>
PRORROGA-La cueva
A inicios de los 90, en la parte trasera de una casa en obra negra ubicada por la cuchilla y ruta 4, sonaba el ruido estridente de una guitarra eléctrica, la batería a gran velocidad y un bajo demasiado contundente. Era PRORROGA, una banda de Hard Core Punk, la primera en Cancún. En la voz estaba “El greñas”, quien fuera sustituido tiempo después por “El pollo”, en la batería “El palillo”, en el bajo “El kalaco”. Al igual que las primeras bandas inglesas de punk, los integrantes del grupo se negaban al sobreponer sus apodos a su nombre, quizá porque eran embriones de la generación autonombrada perdida. Así afirma José Agustín (1996) sobre los Punk´s: su influencia fue decisiva en el rock y la contracultura, y en los años 90, perfectamente establecido y con una vasta infraestructura, continuaba con fuerza, porque el mundo seguía cancelando el futuro de los más pobres. En el caso de PRORROGA, sus tocadas eran en cumpleaños, cocheras, sindicatos o en los parques. Sus letras hablaban –y siguiendo la tradición del movimiento punk- de la miseria, de la mala política, del dolor, de la farsa electoral, de no ser un mártir más. De hecho, NO MARTIR fue el nombre del único disco grabado en estudio y de forma independiente con los recursos de la miseria, aunque entre la banda rolan grabaciones caseras. Como grupo, no logró trascender a nivel de movimiento social urbano, ni nació del mismo como fue el caso del COLECTIVO CAÓTICO en Ciudad Neza allá por los 80, PRORROGA se quedó en la dinámica de la música y la expresión político/cultural a través de las letras. Lo que sí hizo, fue romper el prototipo de la estética del punk clásico, quizá porque los espacios de expresión musical eran compartidos incluso con bandas de Reggae como lo fue LA GANTE, o de rock urbano como era LIO GORDO –con los que compartían el espacio de ensayo, y en ocasiones hasta los instrumentos-, eso por un lado, y por el otro, que nació con jóvenes de clase media y no suburbanos. Lo que sí es un hecho, es que a pesar de que las energías y el sentido de apropiación de la ciudad se dirigió a actividades muy distintas al agandalle de los cholos –quienes en varias ocasiones llegaban y lanzaban piedras al lugar a donde se llevaban a cabo las tocadas [hoyos funky]-, en la letra de sus canciones se presenta lo que afirma Oriol (2005): …las “tribus urbanas” […], constituyen un factor potencial de desorden y agitación social, ya que su propio acto de nacimiento representa simbólicamente, “desenterrar el hacha de guerra” contra la sociedad adulta, ante la cual se muestran de manera agresiva y violenta. Lo que hay que aclarar, es que la agitación de los cholos no fue como la agitación que éste grupo proponía en sus rolas. Para los primeros, la agitación era contra los iguales, para los segundos, la agitación era contra el Estado y a favor de los Iguales. Lo que marca una y otra agitación, es el nivel de politización y de conciencia social de cada uno. En este caso, es bueno exponer que en el año 97, el CECyTE I, fue la primera escuela que le concedió un espacio a estos grupos. Algunos estudiantes promovieron un toquín en el que participaron las siguientes bandas: LA GENTE, LIO GORDO, LA GOTA B, y cerrando la tocada; PRORROGA. Estilos musicales totalmente distintos, todos impulsando una inconformidad y una rebeldía, todos promoviendo la creación de una biblioteca para la escuela. Esa vez el cover fue un libro.
PRORROGA marcó precedente para el nacimiento posterior de bandas nuevas después del año 2000, como fue el caso de LOS TANATES RABIOSOS y FRIJOL CON PUERCO, sin embargo, el elemento político del anarco punk aún no se ha podido consolidar en nuestra ciudad, y de ser una banda de Hard Core Punk con tendencias sociales y políticas, ahora sólo vive en el imaginario de los que venimos de esa generación y ha dado pauta al nacimiento de nuevas y distintas expresiones artísticas: las paredes se siguen llenando de Tag´s, pero también de verdaderas obras de arte hechas con latas, en el parque de las palapas suena la improvisación de Hip Hop, pero también en la otra suburbe siguen agandallando los chacas.
Epílogo:
A lo largo de la historia, los elementos axiológicos de toda sociedad son transgeneracionales. En una relación dialéctica, lo nuevo es un embrión producto de lo viejo, embrión que a su vez negará a su antecesor. En este negar, las nuevas generaciones incluyen siempre residuos de las anteriores, así se hacen y rehacen. Esa generación 90 ya es adulta: algunos se casaron y se enrolaron en la dinámica de la monotonía productiva para una empresa voraz, otros, buscaron su camino en la informalidad, a muchos de ellos se les puede ver en el Parque Luum Pakul –de los hippies-, a los que les fue mal, ya están bajo tierra. Dentro de las nuevas generaciones urbanas el paisaje se parte en 3: por un lado, se puede ver una mayor manifestación cultural, más dinámica, más diversa, más de la clase media o media alta, menos política y más reivindicativa. Por otro lado la suburbe sigue acunando la violencia juvenil, el atraque y el agandalle está a la orden del día, pero ya no necesariamente con una estética definida como era el cholo, ahora cualquiera puede ser malandro, más en ésta dinámica televisiva de miedo y caos, que generará más rencor y violencia más aguda y constante como consecuencia de las pocas oportunidades en la calidad de vida. La otra parte es la de los jóvenes politizados que no sólo manifiestan su creatividad artística, sino política, entre ellos se encuentran algunos jóvenes anarcopunks como es el caso del Frente Libertario de Cancún. Estas nuevas generaciones viajan entre la utopía y la distopía.
Referencias:
- Agustín, José (1996). La contracultura en México. México: Grijalbo.
- Oriol, Costa: et.al (2005). Tribus urbanas. El análisis de la identidad juvenil entre el culto a la imagen y la autoafirmación a través de la violencia. Buenos Aires: Paidós.
- Nivon, Eduardo (1998). Culturas urbanas y movimientos sociales. México: Conaculta/UAM.


Un texto que me robé con el permiso del buen Mao.
Me pareció excelente y vale la pena leerlo. 

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